jueves, 7 de abril de 2011

¡QUE VOY A SACO! Paco.





Permítame Sr. Gálvez algunas observaciones al texto que nos adjunta en su entrada titulada "Un coup de dés jamais nábolira le hasard". Había considerado en un principio copiar el texto íntegro e ir introduciendo las observaciones a cada párrafo para facilitar tanto la elaboración de la crítica como su localización, pero quizá sea un esfuerzo innecesario, tedioso y poco conveniente, hasta aburrido díria. Quizá alguna anotación a pie de párrafo sea conveniente, ya veremos pues Krónos será hoy el regidor de mi discurso.
Tanto el texto de Rosa Cañadell (militante histórica catalana del movimiento social anticapitalista, como su referencia al mismo como única fuente de argumentación, dejan al descubierto notorias flaquezas dialécticas, de corte populista y con cierto sesgo o tendencia a la manipulación de nuestras humildes y pobres opiniones.
Está bien que se alcen voces críticas contra cualquier reforma o propuesta gubernamental, es un buen indício de libertad y un sano exponente democrático. Utilizar argumentos falaces como estrategia de persuasión es lícito, aunque puede ser cuestionable en algún caso desde el punto de vista moral. 
Utilizar una entrevista de alguien cuya trayectoria personal y profesional está íntimamente vinculada a ideologías de corte extremista y anti-sistema (Publicado en El Viejo Topo. "La izquierda de la izquierda"), sin una opinión de contrapeso, resta objetividad y credibilidad a todo su argumento. Este común error que procuramos rectificar en nuestro alumnado cuando, utilizan el recurso de la inmediatez sin contraste alguno, debemos observarlo para nosotros mismos, nuestras argumentaciones y nuestras estrategias de comunicación.
Vaya Sr. Gálvez, ¡que se le ve el plumero!

El texto que nos presenta la Sra. Cañadell es un completo catálogo de la falacia, manejado eso sí con cierta torpeza en algunas partes del discurso. Perdone que insista en el tema.
Su argumentación se basa en una estrategia del miedo, situando al lector ante un mar de ambigüedades y desconcierto, una estratégia psicológica de relaciones de poder entre quien lanza el discurso y quien lo recibe y utilizando su prestigio y posición como aval de su argumento. Si lo dice la Sra. Cañadell será cierto, pensará el inerme lector. Nada más lejos de la realidad. Fíjese como ya en el primer párrafo, desvía la atención del problema principal para ganarse la posición y el beneplácito del lector pusilánime con un claro propósito de sedición.   
"Parece que la educación de este país no levanta cabeza, al menos esto dicen los indicadores PISA y otros. Es cierto que algo anda mal en nuestras escuelas, pero no tanto por lo que dicen las estadísticas (que, como todos sabemos, miden lo que interesa y se interpretan según conviene) sino por el malestar que va en aumento, sobre todo entre el profesorado."
Parece que la educación de este país no levanta cabeza... es una frase traída de un modo intencionado. Se dice se comenta... dicen otros... pero ya sabéis que su opinión es interesada (PISA y otros). Pero en verdad yo os digo que no anda mal porque lo digan esos de PISA y otros, sino por el malestar que tenéis vosotros y vosotras profesores y profesoras del mundo. En verdad yo os digo que todos vuestros problemas profesionales surgen de ese malestar, que todos los problemas de la enseñanza en este país y los malos resultados son fruto de ese malestar que se os produce. 
Bueno una interpretación obviamente exagerada pero en su esencia ajustada. Solo falta que el lector complete la intencionada elipsis de la sentencia, es decir que focalice toda su ira en quien le produce tanto malestar y es el verdadero y único causante de que la educación en este país no levante cabeza; la administación, el estado.


(Estoy en la escuela y escucho las señales del impaciente emisario de Krónos y debo abandonar, al menos temporalmente esta conversación, pero si le place hemos de continuarla bien en este espacio virtual o en cualquier otro físico en compañia de las viandas más convenientes. Si es menester yo invito)

2 comentarios:

  1. La verdad Carlos, no se como responderte.

    Si que se me puede ver el plumero. Nunca ha sido mi intención ocultarlo.
    Entiendo muy bien el texto, en el contexto donde se ubica, a quien va dirigido, y cuál es su intención. No es un análisis, no cabe en las reducidas líneas del texto. Tal vez en nuestras mermadas mentes no caben más que circunloquios. Es pura propaganda, pero no más que la que abunda hoy día en la televisión, en los periódicos, en la radio, en los libros de texto y en los documentos a debate. Cuando sumo este texto a la entrada mi intención no es llamaros tontos, tampoco usar un argumento de autoridad, porque ¿Quién sabe quién es Rosa Cañadell? ¿Y Stephen Ball? ¿Y Pierre Bourdieu y Pascal Passeron? ¿Y Karl…,Mannheim?

    Debí callarme...

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  2. PUES NO, no debiste ni debes callarte. Ni mucho menos. Ojalá existieran más debates dialécticos como éste que has empezado sobre otros muchos temas. Eso nos haría pensar y reflexionar un poco.
    Por otra parte, es ella quien usa el argumento no tu. Y si no sabemos quién es, nos informamos antes de emitir un juicio, al igual que sucede con los otros, los sociólogos (al principio pensé que te los habías inventado y dije que mamón,)
    Bueno ahora que está la cosa empezando a ponerse divertida no vayas a tirar la toalla!
    que este ejercicio es muy saludable. No me seas abuelo!

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